Hace mil años, dijo el sultán de Persia:
-Qué rica.
Él nunca había probado la berenjena, y la estaba comiendo en rodajas aderezadas con jengibre y hierbas del Nilo.
Entonces el poeta de la corte exaltó a la berenjena, que da placer a la boca y en el lecho hace milagros, porque para las proezas del amor es más poderosa que el polvo de diente de tigre o el cuerno rallado de rinoceronte.
Un par de bocados después, el sultán dijo:
-Qué porquería.
Y entonces el poeta de la corte maldijo a la engañosa berenjena, que castiga la digestión, llena la cabeza de malos pensamientos y empuja a los hombres virtuosos al abismo del delirio y la locura.
-Recién llevaste a la berenjena al Paraíso, y ahora la estás echando al infierno –comentó un insidioso.
Y el poeta, que era un profeta de los medios masivos de comunicación, puso las cosas en su lugar:
-Yo soy cortesano del sultán. No soy cortesano de la berenjena.
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Eduardo Galeano (Montevideo, Uruguay) |
Qué grande Galiano!!!
ResponderEliminarDisculpa Sara, tu mensaje había quedado en el tintero... de ahí que no lo contestara. Muchas gracias, efectivamente Galeano es uno de los grandes!!! Un abrazo.
EliminarMi amado Galeano. Si fuera sultán me comería o despreciaría las berenjenas al mandato hipnótico de sus palabras sencillas y mágicas sin dudarlo.
ResponderEliminarTuve el honor de abrazarle en una feria del Libro en Madrid, y es un calor humano que aún no cesa.
Otro abrazo
Qué maravilloso homenaje has realizado con tu comentario a este escritor y gran hombre. Gracias de nuevo y otro fuerte abrazo para ti.
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