Por Farid-Othman Bentria
Casi puedo oler tu piel.
Mis dedos te crean frente a mí y no te tengo.
Ahora, el aire eres tú y me abrasas.
En tu humedad me siento fuego.
Ávido de llegar hasta tu carne,
de que llegues hasta mí, hasta los huesos,
saboreo mi sudor y muerdo al hambre
pero sólo soy un hombre y tengo miedo.
A los vientos y en tu nombre
callo a Dios y te confieso
que tengo para ti todas mis ganas,
que tienes para mí
todo el peso de tu cuerpo.
- º -
Me quiero entretener en las caricias.
Quiero perderme en tus senderos.
Quiero llegar felino hasta tu nuca,
susurrar, a latidos, universos.
Me creas entre escorzos y nocturna.
Atas, intensa, mis manos en tu pelo.
Guardo en tus muslos las mejillas
sonrosadas y furtivas del deseo.
Tu lengua es mi idioma predilecto.
Acato tus espacios.
Rescato siempre un poco más.
Desvelo.
Invéntame sin prisas
en cada pequeña muerte,
en cada rincón de tus ausencias,
en el furor envolvente de tu tacto,
en la canción abierta de los tiempos.
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