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27 de febrero de 2014

El autor y la escritura






El escritor, filósofo e historiador alemán Ernst Jünger, afirmaba:

‹‹El material del poeta es la palabra. Por eso nunca puede ser tan abstracto como el pintor o el compositor. En el lenguaje siempre hay historia, sustancia solidificada.››



23 de febrero de 2014

Un demonio llamado "Amor"




‹…El maestro de la obra me explicó sin asombro que el cabello humano crecía un centímetro por mes hasta después de la muerte, y veintidós metros le parecieron un buen promedio para doscientos años. A mí, en cambio, no me pareció tan trivial, porque mi abuela me contaba de niño la leyenda de una marquesita de doce años cuya cabellera le arrastraba como una cola de novia, que había muerto del mal de rabia por el mordisco de un perro, y era venerada en los pueblos del Caribe por sus muchos milagros. La idea de que esa tumba pudiera ser la suya fue mi noticia de aquel día, y el origen de este libro.››

Gabriel García Márquez
Cartagena de Indias, 1994


En su nota preliminar a “Del amor y otros demonios” el autor nos explica la génesis de su novela: el 26 de octubre de 1949, el jefe de redacción del periódico para el que entonces trabajaba lo envía a cubrir la noticia del vaciado de las criptas funerarias del antiguo convento de Santa Clara. De una de las lápidas surgió una inmensa cabellera de veintidós metros; el nombre de la persona allí enterrada era Sierva María de Todos los Ángeles, lo que le hace recordar súbitamente la historia que le contó su abuela y se pregunta si se trataría de la misma niña. No obstante, hay que entender que el García Márquez que firma esta nota preliminar no es el escritor de la vida real sino un personaje más de la obra. Los veintidós metros de cabellera es uno más de los recurrentes elementos mágicos que aparecen en ella.

El título de la novela ya nos da indicios del tema principal que aborda. Puesto que el amor es igualado a lo demoniaco es fácil deducir que de una forma u otra se mostrará la ideología del estamento “iglesia” -entendida en su antiguo oficio de Inquisición-, y sobre todo cuando ese amor se desarrolla entre una niña de doce años, criada en el paganismo, y un cura. 

La historia está ambientada en Cartagena de Indias, en la segunda mitad del siglo XVIII, época marcada por el colonialismo, la esclavitud, el comercio negrero que favorecía a los señores feudales y la gran influencia de la iglesia sobre todos los asuntos sociales. Sierva María de Todos los Ángeles fue mordida por un perro con mal de rabia y los médicos pronosticaron que irremediablemente moriría. Pasados unos días la niña empezó a mostrar una conducta agresiva. El Obispo dispuso que debía ser exorcizada ya que estaba poseída por el demonio y para ello debían recluirla en el convento de Santa Clara. Quien debía llevar a término tal labor era el padre Delaura, pero ¡ay! acabó enamorándose de ella y la niña de él. Sus amores nocturnos (él se introducía en el convento por un pasadizo secreto) discurrían al amparo de los sonetos de Garcilaso que Delaura le recitaba a la niña. Convencido de su buena salud intercedió por ella ante el Obispo argumentando que no estaba poseída pero lo único que consiguió fue que fuera relevado de su función de exorcista y degradado a ser enfermero en el hospital de leprosos. Tras sufrir días y días la ausencia de Delaura, cuando la guardiana entró una mañana en la celda de Sierva para prepararla para la sexta sesión de exorcismos “la encontró muerta de amor en la cama con los ojos radiantes y la piel de recién nacida. Los troncos de los cabellos le brotaban como burbujas en el cráneo rapado, y se les veía crecer.”.

Esta historia de amor, que no cae en el sentimentalismo gracias a la ironía de García Márquez, sirve de marco para mostrarnos, entre otros aspectos, la sociedad de la época colonial, la función evangelizadora y su intolerancia hacia otras culturas, el tráfico de esclavos –especialmente africanos- y las consecuencias de crecer en un hogar cuyos desunidos miembros están marcados por el rencor.

¡No dejéis de leerla!




Óleo sobre lienzo de Marthazal

20 de febrero de 2014

Vagar en el recuerdo



Por Alejandro Vargas





Sigo aquí anclado, sin traspasar el límite de la ciudad, como si esta extraña vida desechase cuanto hice o dejé de hacer fuera del cinturón de cemento. Es un circuito cerrado, se repite cada noche, empiezo por un monte pelado y llego hasta un extraño parque donde duerme un lagarto. Luego bajo por mi calle, y veo mi imagen desorientada sentada en un portal, fumando con ansias de vida nueva, y sigo, sigo bajando, para ver una pareja sentada bajo un arco monumental, y me veo a mí mismo mintiendo y balbuceando mi cruel cobardía, sólo para ver en unos ojos amigos el brillo del desencanto… quizás intuí algo, quizás os intuí a ambos, a mi extraño amigo de cara pálida, herencia igual a condena, y a mi otro amigo flaco y larguirucho, imitando la vida de quienes alcanzaron lo que nunca quiso tener… os intuí, os escuché, y luego probé el veneno, tan potente que no puedo dejar de escribir ni después de muerto. Luego subo hacia una calle ancha y sucia, donde me perdía muchas noches buscando tu piso, y acabo en un parque donde me veo corriendo y chillando… y qué curioso tú, que tanto insistías en las cosas pequeñas de la vida, que fueras incapaz de aceptarme… camino y camino, y con el día me esfumo, pero cada noche intento reunir todos los átomos de energía que me envuelven para convertirlos en algo sólido, para volver a vivir, para dejar de vagar en el recuerdo.


Alejandro Vargas  (Barcelona). Texto registrado en Safe Creatives. 

16 de febrero de 2014

Frida pintada por Frida


«La obra de Frida Kahlo es una cinta de seda alrededor de una bomba.»

André Breton




Para poder llegar a entender en profundidad una obra, sea del tipo que sea, es necesario acercarse a todas las particularidades que la envuelven y entre ellas resulta imprescindible conocer las circunstancias que rodean a su autor. Sería harto difícil comprender la obra de Krida Khalo obviando este aspecto.

A los dieciséis años sufrió un trágico accidente que le destrozó la columna vertebral y la obligó a llevar durante el resto de su vida unos dolorosos corsés de yeso, a estar postrada durante largos periodos y a numerosas intervenciones quirúrgicas. Su dolor queda fielmente reflejado en sus pinturas, la mayoría de ellas autorretratos en los que muestra sus dificultades por sobrevivir.




Rauda Jamis, hace diez años, escribió una documentada biografía sobre esta extraordinaria mujer cuya lectura nos ayuda no solo a conocer a la niña, mujer, artista, esposa, amante... que fue Frida sino la vida, arte e intelectualidad del México de aquella época y del mundo occidental en general. 

Uno de los muchos documentos imprescindibles para acercarnos a su obra y una muestra más de que la literatura puede estar íntimamente vinculada a otras artes.




«Nunca pinto sueños o pesadillas. Pinto mi propia realidad»

Frida Khalo



9 de febrero de 2014

Ni come ni deja comer




¿Qué me quieres, amor? ¿Ya no tenía
olvidado a Teodoro? ¿Qué me quieres?
Pero responderás que tú no eres,
sino tu sombra, que detrás venía.
¡Oh celos! ¿Qué no hará vuestra porfía?
Malos letrados sois con las mujeres,
pues jamás os pidieron pareceres
que pudiese el honor guardarse un día.

Yo quiero a un hombre bien, mas se me acuerda
que yo soy mar y que es humilde barco,
y que es contra razón que el mar se pierda.
En gran peligro, amor, el alma embarco,
mas si tanto el honor tira la cuerda,
por Dios, que temo que se rompa el arco.


Monólogo de Diana, protagonista de “El perro del hortelano”, comedia del prolífico Lope de Vega, compuesta probablemente en el año 1618. Nos cuenta la historia de (des)amor entre Diana, condesa de Belflor, y su secretario, Teodoro, un apuesto joven que no tiene más patrimonio que su ingenio y su pluma. 

Entre los aspectos que hacen triunfar las comedias de Lope hay que destacar su lirismo y su interés por tratar asuntos populares, los más próximos al espectador. En este caso tocó temas tan palpitantes como los celos enfermizos o el devastador duelo entre el “honor” y el “amor”, conflictos internos que con otras “etiquetas” siguen sacudiendo en la actualidad...

Casi cuatro siglos después de su composición, Pilar Miró realizó una extraordinaria adaptación cinematográfica de esta comedia por la que obtuvo siete premios Goya.





Fotograma y fragmento de la película.


7 de febrero de 2014

¿Amor platónico? - El banquete













Platón utilizó la forma literaria del diálogo para exponer sus doctrinas, como hábilmente hizo en su mararavillo diálogo “Symposion” (conocido en nuestra lengua como “El banquete”). En él, por boca de Sócrates, muestra sus propias teorías filosóficas sobre el amor; su tan debatido concepto de “amor platónico”. No fue Platón quien inventó esta técnica, ya existía una larga tradición dialéctica en la literatura griega, pero sus “diálogos” suponen una recreación de gran originalidad.

La estructura de la obra es simple: Agatón, autor de tragedias que ha obtenido el primer premio en un concurso, celebra su éxito con un banquete al que invita a varios personajes del mundo intelectual ateniense, entre ellos a Sócrates. Tras la comida, llega el momento del “simposio” (nuestro café de sobremesa) en el que los invitados abren una tertulia al tiempo que beben vino. Como tema de debate se decide hablar del amor.

La intervención de cada personaje no es gratuita sino que sirven para que el discurso final de Sócrates transcurra con fluidez. En primer lugar hablará Fedro, para quien Amor es un dios, el más antiguo, y siempre conduce a acciones nobles. Pausanias hace una descripción más profunda y distingue entre dos tipos de Amor, uno malo (el amor vulgar, que conduce a acciones inmobles) y uno bueno (que conduce a la perfección moral). Erixímaco, médico de profesión, hace una interpretación en clave metafísica: todo en la naturaleza consta de elementos contrapuestos (calor-frío, amargo-dulce…), el amor es la fuerza que armoniza las parejas de contrarios de que consta el mundo. Aristófanes, comediógrafo, expone una visión de tipo cosmogónico y mítico y Agatón, por último, hace un elogio poético del poder de Amor.

Como réplica a su exposición interviene Sócrates para quien el amor no es un fin en sí mismo sino que es la fuerza que empuja a conseguir la perfección en el hombre, que se encuentra en una situación intermedia entre lo bello y lo feo, entre el tener y el no tener.

A partir de esta afirmación Sócrates (voz de Platón) va precisando un camino ascendente hacia esa perfección: En un primer momento se tratará del amor por la belleza corporal, primero tenemos amor a un cuerpo bello concreto y luego trascendemos esa realidad para atender a la belleza corporal general. Del afán por la belleza corporal el amor nos asciende a la búsqueda de la belleza del alma, que también se subdivide en dos niveles: uno sobre los quehaceres de la vida diaria y otro más profundo que corresponde a las normas de conducta entre los hombres. De esta tensión el amor nos hace ascender al plano del conocimiento, en el que ya el hombre se encuentra desvinculado de la relación con los otros hombres e inicia su camino por el mundo de la ciencia. Finalmente, el hombre guiado por el amor llegará así al amor de lo bello en sí (para Platón lo bello es el bien), una vez que haya transitado adecuadamente por las etapas anteriores.

En síntesis: el amor es la tensión que lleva al hombre a la perfección.

Como veis esta teoría difiere bastante de lo que hoy entendemos por “amor platónico”...


2 de febrero de 2014

La búsqueda de la felicidad, Rosalía


Rosalía de Castro

"EN LOS ECOS del órgano o en el rumor del viento,
en el fulgor de un astro o en la gota de lluvia,
te adivinaba en todo y en todo te buscaba
sin encontrarte nunca.

Quizás después te ha hallado, te ha hallado y te ha perdido
otra vez, de la vida en la batalla nada,
ya que sigue buscándote y te adivina en todo
sin encontrarte nunca.

Pero sabe que existes y no eres vano sueño,
hermosura sin nombre, pero perfecta y única;
por eso vive triste, porque te busca siempre
sin encontrarte nunca."

En las orillas del Sar, Rosalia de Castro



Rosalía de Castro,  junto con Gustavo Adolfo Bécquer, constituye un punto de partida en la poética posterior a su época, a la que le aportó un profundo sentimiento humano de la desventura y un sentido innovador de la métrica. No en vano ambos son considerados los precursores de la poesía moderna. Sus composiciones tuvieron mucho influjo en autores como Machado y especialmente en los poetas existencialistas del siglo XX.

Su obra poética (por la que sobresalió aunque fue una asidua cultivadora de la prosa) está compuesta por cinco libros aunque la crítica prácticamente solo ha prestado atención a tres de ellos: "Cantares gallegos" (considerado como el auténtico resurgimiento de la poética gallega), "Novas follas" -en ambos el paisaje de su Galicia natal es protagonista- y "En las orillas del Sar", su primer libro escrito en castellano y en el que predominan los poemas de temática existencial. Son versos melancólicos y pesimistas en los que la autora parte de una visión del mundo considerado como adversidad y de la vida como dolor.

Se ha especulado mucho sobre qué es lo que lleva a Rosalía a mostrar esa insatisfacción permanente en toda su obra, rasgos esenciales de su carácter. Muchos coinciden en que lo que marcó su vida y su poesía fue su origen ilegítimo (Rosalía, inscrita como hija de padres incógnitos, fue hija natural de María Teresa de Castro y del sacerdote José Martínez Viojo).

Aunque sin duda, teniendo en cuenta la época en la que vivió, esa circunstancia le debió de afectar, no creemos que ese fuera el único motivo que lleva a Rosalía a escribir con un tono tan pesimista sus versos. Sea lo que fuere, lo cierto es que sus composiciones han sido fuente de inspiración para numerosos poetas y han despertado el interés en muchas partes del mundo, muestra de ello son las múltiples traducciones que se han realizado a diversos idiomas de su obra.