¿Es posible que los versos de un soneto sean capaces de cambiar el rumbo de la vida de un hombre?
Eso es lo que le ocurre a William Stoner cuando el raro profesor de literatura inglesa Sloane, auxiliado por un rayo de luz que se filtra por la ventana del aula, espeta:
“El señor Shakespeare le habla a través de 300 años, señor Stoner, ¿le escucha?”.
Instante iluminatorio para el protagonista de la novela "Stoner"; como si se tratara de una revelación divina decide abandonar sus estudios en la Facultad de Agricultura –donde fue enviado con gran esfuerzo por sus padres campesinos- y matricularse en la de Literatura Inglesa para convertirse, con el tiempo, en profesor de la Universidad de Misuri (EE.UU.).
Stoner, básicamente narra la biografía de su protagonista, un hombre a quien podríamos catalogar de auténtico “antihéroe” y cuyo íntegro e inalterable carácter se rige bajo los principios de trabajo, sacrificio y renuncia (tanta que consigue poner de mal humor al lector que siente empatía por él). Una vida vacua, árida y cruel que él acepta estoicamente y que soportará refugiándose en el más puro de los sentimientos humanos: el amor. Amor a la literatura, al lenguaje, a su profesión, al aprendizaje, a una esposa que lo desprecia, a su única hija de quien será alejado, a una alumna amante que no sabrá retener...
“En su año cuarenta y tres de vida, William Stoner aprendió lo que otros, mucho más jóvenes, habían aprendido antes que él: que la persona que uno ama al principio no es la persona que uno ama al final, y que el amor no es un fin sino un proceso a través del cual una persona intenta conocer a otra”.
Es una novela de una sencillez descarnada. No ocurren grandes sucesos, es una historia esencialmente “humana” mediante la que se intenta mostrar la futilidad de la vida, la soledad del hombre frente al mundo.
Tom Hanks tras leerla argumentó:
“Se trata simplemente de una novela sobre un tipo que va a la universidad y se convierte en un maestro. Pero es una de las cosas más fascinantes que jamás he encontrado”.
Se publicó en el año 1965 pero durante mucho tiempo pasó inadvertida. La editorial Baile de Sol la editó en lengua castellana en el año 2010.
Su autor, John Williams, también fue profesor en la Universidad de Misuri donde obtuvo su Doctorado. Sin embargo, en la dedicatoria de su novela incluye una advertencia en la que asegura que todos los personajes que aparecen en ella son inventados, incluso altera algunas descripciones físicas e históricas para que todo en ella sea ficción.
Hace unos días en el diario El País, se publicó un artículo de Javier Marías a propósito de la influencia de Shakespeare en su propia obra titulado "Shakespeare, el mayor inspirador". Al leerlo irremediablemente recordé al difunto personaje, Wiliam Stoner, y de ahí que hoy le dedique mi post.
Excelente entrada, me ha motivado a leer la obra.
ResponderEliminarEspero que la disfrutes, si decides leerla. Gracias Tracy.
EliminarNo es fácil nadar a contracorriente. La mayoría de las veces, como le ocurre a Stoner, estas personas provocan rechazo, una mezcla de envidia por ser capaces de creer en algo con tanta convicción, y desprecio que justifique las concesiones que ellos hacen para ser "normales" aunque les conduzca a la infelicidad.
ResponderEliminarAlguien muy cercano me dijo un día con respecto a una relación de pareja que empezó con muchas expectativas y acabó en ruptura:
-No podía funcionar de ninguna de las maneras, a ella la han educado para tener éxito y cosas y a mí para tratar de ser feliz.
La vida de Stoner nos puede parecer anodina, pero él se mueve impulsado por una pasión. Ya me gustaría a mí tenerlo tan claro.
Es un placer leerte.
Un beso,
Muchas gracias Tesa. No podría estar más de acuerdo con tu observación. En cuanto a lo que te dijo esa persona cercana a ti es una clara muestra de lo que apuntas. Un beso.
EliminarYa se que me repito pero es que me encantan tus análisis, haces que me pique el gusanillo y tenga ganas de hincarle el diente :)
ResponderEliminarUn abrazo
jajaja, me alegro de abrir tu apetito. Buen provecho!!! Un abrazo.
EliminarHabrà que leer la obra promete interesante leyendo tu artìculo. Me intriga saber en qué modo el soneto de Shakespeare cambiò al protagonista.
ResponderEliminarGracias Erre por traerlo aquì. Un abrazo grande :D)
Gracias a ti, Chusa, por tus visitas y comentarios. Espero que disfrutes de su lectura. Un fuerte abrazo :-)
EliminarExcelente reflexión.
ResponderEliminarMuchas gracias, Julie. Un abrazo.
EliminarParece uno de esas historias que a mí me encantan. Veremos.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
HD
Espero que así sea. Un fuerte abrazo, Humberto.
EliminarPues fue muy afortunado el protagonista, se ve que le fue bien porque su mentor no le pidió ciertos "favores" como a mí...
ResponderEliminarA Javier Marías no le respeto la opinión.
Jajajaja, menudo comentario el mío, qué positividad!!! Perdón, jajaja!
Un beso, cafelito y tarta de fresas para todos, no sea que alguien me de con la zapatilla...
jajaja bueno Censura no nos dejes en ascuas y cuéntanos qué "favores" te pedía tu mentor... La historia promete ser interesante!!!
EliminarUn beso grande ;-)
Que epoca del año es puedes contemplar en mi
ResponderEliminarcuando las amarillas hojas, o ninguna, o pocas cuelgan
de las ramas que se estremecen de frío,
desolados coros donde ayer cantaban dulces pajarillos:
en mi ves el crepúsculo del día
mientras el ocaso se desvanece en el oeste,
. . .
Bueno, si se tratara de un personaje de habla castellana, el soneto, ¿habría sido de Lope de Vega?
Creo que ese párrafo: "que la persona que uno ama al principio no es la persona que uno ama al final, y que el amor no es un fin sino un proceso a través del cual una persona intenta conocer a otra” es bastante cierto, el problema es que son muchos lo que nunca lo aprendieron, y al cabo de poco tiempo descubren que la persona con que están no es la que amaban al principio y, siendo incapaces de enamorarse de nuevo, de la presente, jamás llegan a conocer a la del final...
...
Eliminarpor la negra noche arrebatada,
la otra cara de la Muerte, que condena al descanso.
En mí ves el resplandor de aquel fuego,
el que sobre las cenizas de su juventud yace,
como el lecho de muerte en que ha de expirar,
consumido por aquello que le alimentaba.
Esto percibes, lo que hace tu amor más fuerte,
amar bien aquello que debes abandonar pronto.
Quizás habría sido de Calderón, Jeno ;-)
Estoy totalmente de acuerdo con lo que apuntas. Tal vez el problema es que olvidamos que las personas no paramos nunca de "crecer" y no prestamos atención a esos cambios que se producen en la persona que comparte nuestro día a día, o tal vez no hay interés en redescubrirla.
Un abrazo, Jeno!
tras mucho tiempo sin pasarme, me he leído unos cuantos posts, este y el de Helena me han gustado especialmente. pienso leerme este libro próximamente, el tema me atrae, y tú, Rita, te expresas como un libro abierto. saludos
ResponderEliminarHola Javier, me alegro de que el post te haya animado a leer el libro y muchas gracias por tus elogiosas palabras. Un abrazo.
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