«Cuando alguien me preguntó, hace ya muchos años, ¿piensa
usted que el poeta debe escribir para el pueblo, o permanecer encerrado en su
torre de marfil ─era el
tópico al uso de aquellos días─
consagrado a una actividad aristocrática, en esferas de la cultura solo accesible
a una minoría selecta?, yo contesté con estas palabras, que a muchos parecieron
un tanto evasivas o ingenuas: “Escribir para el pueblo ─decía mi maestro─
¡qué más quisiera yo! Deseoso de escribir para el pueblo, aprendí de él cuanto
pude, mucho menos ─claro
está─ de lo que él sabe.
Escribir para el pueblo es, por de pronto, escribir para el hombre de nuestra
raza, de nuestra tierra, de nuestra habla, tres cosas de inagotable contenido que
no acabamos nunca de conocer. Y es mucho más, porque escribir para el pueblo
nos obliga a rebasar las fronteras de nuestra patria, es escribir también para
los hombres de otras razas, de otras tierras y de otras lenguas. Escribir para
el pueblo es llamarse Cervantes, Shakespeare, Tolstoi… Es el milagro de los
genios de la palabra. Tal vez alguno de ellos lo realizó sin saberlo, sin
haberlo deseado siquiera. Día llegará en que sea la más consciente y suprema
aspiración del poeta. En cuanto a mí, mero aprendiz de gay-saber, no creo haber
pasado de folklorista, aprendiz, a mi modo, de saber popular." [...]»
Parte del discurso
pronunciado durante la clausura del II Congreso Internacional de Escritores, en Valencia, por Antonio Machado (a quien fui a visitar hace unos días en Colliure).
* * *
Nicho, cedido por una vecina, en el que reposan sus restos y los de su madre, Ana Ruiz, en el pequeño cementerio de la localidad francesa.
"Y cuando llegue el día del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como lo hijos de la mar."
Hotel Bougnol-Quintana, en el que se hospedaron a su llegada, esperando una ayuda que no llegaría a tiempo. A los veinticinco días el poeta murió. Tres días después lo haría su madre, quien lo acompañó en su viaje hacia el exilio.
El mar que los acompaña.
Machado, a su muerte, dejó mucha obra inédita entre la que destaca "Los complementarios", textos escritos entre 1912 y 1924. En ellos el poeta explica el proceso creador, la utlización de sus fuentes, impresiones momentáneas sobre los temas que le preocupaban... Son textos importantes por su sinceridad al tratarse de notas personales escritas sin el pudor que conlleva la letra que se ha de publicar.
un poeta inmortal. besos
ResponderEliminarUniversal, atemporal... Un beso Alex.
EliminarQué gran poeta, cercano y profundo
ResponderEliminarGracias por el homenaje Erre. Siempre aciertas
Un abrazo grande!
Gracias a ti Chusa, en breve pasaré por tu lareira. Un abrazo fuerte!
EliminarTambién he estado ante esa tumba y me he preguntado si algún día sería capaz de escribir y para quién. Lo hacemos para nosotros mismos, como una necesidad vital, si luego nos lee alguien, pues miel sobre hojuelas.
ResponderEliminarBesos.
Estoy contigo Alfred, escribimos para nosotros mismos, pero creo que al hacerlo también escribimos para todo aquel que, de una forma u otra, sienta suyo aquello que lee. No sé si me explico.
EliminarMuchos besos!