Este archiconocido
tópico cuya máxima difusión se debe a su formulación horaciana, pero cuyo
primer testimonio —según Plutarco— aparece en Simónides de
Ceos (556 – 468 a.c.), quien consideraba “la poesía como una pintura que habla
y la pintura como una poesía que calla”, fue muy criticado, entre otros, por el
ilustre escritor alemán Gotthold Ephraim
Lessing (1729 – 1781) en su ensayo “Laocoonte”, basándose en la premisa de que
el objeto de la pintura son los cuerpos y el de la literatura (a lo que los clasicistas
denominaban, en sentido amplio, poesía) son las acciones.
No pretendo
debatir aquí las posiciones que han defendido o denostado los grandes teóricos, pero,
desde una visión simplista, me pregunto si realmente merece la pena invertir
tanto esfuerzo en establecer límites o señalar divergencias —obvias— entre
las múltiples formas de producir placer estético, cuando lo fascinante, a mi
entender, es observar sus relaciones y cómo una manifestación artística, utilice
el lenguaje o signo que utilice, nos puede conducir a conocer y disfrutar otras.
Recuerdo que,
hace ya más de veinte años, fue la obsesión de Fonchito (uno de los protagonistas
de la novela “Los cuadernos de don Rigoberto” de Vargas Llosa) por Egon Schiele
quien despertó mi curiosidad por indagar más sobre el pintor vienés, no solo sobre su espectacular e inquietante obra,
sobre su poder comunicativo a través de figuras humanas deformadas —especialmente sus autorretratos—, sobre la profundidad psicológica de las escenas
eróticas que reproduce en sus cuadros, sino también sobre la Viena de su
tiempo, sobre sus contemporáneos, sobre el expresionismo austriaco, sobre los
componentes de la formación que creó, en cuyo manifiesto se defendía la
individualidad del artista —y que como era de prever el grupo se
disolvió al poco tiempo de ser creado—, sobre su gran maestro Gustav Klimt… Qué
duda cabe que para poder llegar a entender en profundidad una obra, sea del
tipo que sea, es necesario acercarse a todas las particularidades que la
envuelven y entre ellas resulta imprescindible conocer las circunstancias que
rodean a su autor.
El caso es que,
contagiada por la obsesión de Fonchito, mis pesquisas me llevaron
a descubrir todo un cromático abanico de pintores, escritores, músicos…, cuyas bellas manifestaciones no entendía cómo me habían podido
pasar desapercibidas y que avivaron el deseo de visitar el país austriaco por primera vez. A él, Fonchito, le debo la aventura.
La anécdota no sirve más que como una mera muestra, muy personal, de que lo verdaderamente fascinante es observar cómo un artista, utilice el lenguaje que utilice, es capaz de conmovernos tan intensamente. Cómo puede despertar en nosotros emociones que nos llevan a recorrer estadios que ni siquiera nos juzgábamos capaces de transitar.
La anécdota no sirve más que como una mera muestra, muy personal, de que lo verdaderamente fascinante es observar cómo un artista, utilice el lenguaje que utilice, es capaz de conmovernos tan intensamente. Cómo puede despertar en nosotros emociones que nos llevan a recorrer estadios que ni siquiera nos juzgábamos capaces de transitar.



[Pinturas de Egon Schiele]
Muy interesante tu post. Pasar a la posteridad como un grande es consecuencia de mil factores, pero el artista cuya obra vale la pena acaba por ser descubierto y valorado.
ResponderEliminarGracias por traerlo un gran abrazo
Desde luego, Mari Pau, hay muchos factores que inciden en el éxito de un artista. Gracias, a ti, por la lectura y comentarios. Un abrazo fuerte.
EliminarUna entrada para sacar conclusiones que nos sirvan para el deambular por la vida
ResponderEliminarUn beso
Gracias, Tracy. El escrito no pretende ser aleccionador, simplemente es una forma de mostrar cómo la literatura, en ocasiones, nos puede acercar a otro tipo de manifestaciones artísticas. Un beso.
EliminarLo importante, en cualquier muestra de arte, es que nos produzca emociones, eso tan intangible que nos anuncia el hecho de estar vivos.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu reflexión.
Besos.
Totalmente de acuerdo contigo, Alfred. El arte nos debe conmover. Mil gracias por tus palabras.
EliminarBesos.
Pues algo posterior al trabajo de Schiele, que me gusta tanto, está todo el expresionismo alemán, para mí algo insuperado por sus características formales, expresivas, de contenido y de empleo de colores. Aunque me considero una esponja en materia de Arte, receptivo a todo, porque todo dice, y de todo se aprende, el expresionismo me ha llegado siempre de una manera instintiva. Será porque es puro instinto en principio y sumamente rompedor. Muy representativo de los tiempos de ruptura y violencia que latieron en Europa. Tal vez nos deleites con alguna de las múltiples imágenes y/o autores que cultivaron el expressionismus. Gracias por tu blog.
ResponderEliminarTienes toda la razón, el periodo entreguerras, seguramente fruto de la amargura y del deseo de cambiar la vida y buscar nuevas dimensiones y lenguajes artísticos, produjo creaciones insólitas. También yo siento especial admiración hacia todo aquello que, a priori, comunica desde el instinto.
EliminarMil gracias, Fackel, por tu interesante apunte, por tu generosidad y por deleitarme con tus escritos.
Un fuerte abrazo.
En cualquier arte para mi "la emoción" es lo que tiene que trasmitirme. Nos ayuda a crecer. Es tan importante que en las guerras se queman las letras y se roban las pinturas y la música sirve para aliviar el alma o protestar.
ResponderEliminarNo conocía ese autor voy a investigar jejejej. Besitos.
Coincido contigo, Alondra, en que más allá de la admiración que se pueda sentir por la técnica y/o capacidad comunicativa de determinados artistas lo que realmente perdura, digamos, en nuestra memoria es la emoción que su creación ha sido capaz de producirnos.
EliminarNo imaginas cuánto me alegra haber despertado tu interés por este artista. Un abrazo grande.