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19 de noviembre de 2013

El puñal



Por Maite Mateos







Asegura que me quiere igual que siempre, tal vez más que antes pero, que quizá, nuestros caminos debieran separarse para siempre. Sus oscuras palabras cargadas de pesadumbre, desasosiego e insatisfacción, llegan a mis oídos y se introducen en mi interior como la afilada hoja de un acerado puñal. Y no entiendo nada. Solo sé que le quiero y que la idea de la separación está muy alejada de mis pensamientos, por mucho que reconozca que alguna vez aparece en ellos como una nebulosa amenazante. Una oscura nebulosa a la que condeno al destierro sin contemplaciones ante la angustia atenazante de la sola idea del distanciamiento y la separación. Entonces solo queda un dolor punzante, cortante en lo más profundo, como el que infligiría la fina hoja de doble filo de un largo puñal. Y la incomprensión. Si yo no quiero y él no quiere, si yo le quiero y él me quiere ¿Qué necesidad hay de separarse?

Y él insiste en que no quiere, pero debe y yo continúo sintiendo la fría amenaza del afilado puñal cerniéndose sobre mí.


Maite Mateos (Cervià de les Garrigues, Lérida)




13 de noviembre de 2013

Cerca del corazón salvaje


"Estoy engañándome, tengo que regresar. No veo locura en el deseo de morder estrellas, pero todavía existe la tierra. Porque la primera verdad está en la tierra y en el cuerpo. Si el brillo de las estrellas duele en mí, si es posible esta comunicación distante, es porque alguna cosa semejante a una estrella se estremece dentro de mí. Estoy de vuelta al cuerpo. Volver a mi cuerpo. Cuando me sorprendo en el fondo del espejo me asusto."

Fragmento de "Cerca del corazón salvaje"
Clarice Lispector



Clarice Lispector





10 de noviembre de 2013

Petite Mort y Vida


Por Farid-Othman Bentria






Casi puedo oler tu piel.
Mis dedos te crean frente a mí y no te tengo.
Ahora, el aire eres tú y me abrasas.
En tu humedad me siento fuego.

Ávido de llegar hasta tu carne,
de que llegues hasta mí, hasta los huesos,
saboreo mi sudor y muerdo al hambre
pero sólo soy un hombre y tengo miedo.

A los vientos y en tu nombre
callo a Dios y te confieso
que tengo para ti todas mis ganas,
que tienes para mí
todo el peso de tu cuerpo.

- º -

Me quiero entretener en las caricias.
Quiero perderme en tus senderos.
Quiero llegar felino hasta tu nuca,
susurrar, a latidos, universos.

Me creas entre escorzos y nocturna.
Atas, intensa, mis manos en tu pelo.
Guardo en tus muslos las mejillas
sonrosadas y furtivas del deseo.

Tu lengua es mi idioma predilecto.
Acato tus espacios.
Rescato siempre un poco más. 
Desvelo.

Invéntame sin prisas
en cada pequeña muerte,
en cada rincón de tus ausencias,
en el furor envolvente de tu tacto,
en la canción abierta de los tiempos.


Farid Bentria (Tánger)