Páginas

23 de abril de 2014

El dragón y las rosas




En el etéreo jardín de los sentidos supe de un insólito dragón que poseía un don. Brillantes palabras manaban de su boca, eficaz arma con la que conseguía el dulce néctar que alimentaba su insaciable alma. Ardiente fuego su elocuente verbo, pronunciado en cadencias que magistralmente acariciaban la aterciopelada piel de sus víctimas. Rosas, blancas, amarillas o rojas, a todas seducía diciéndoles ser la más hermosa, la más deseada, su rosa preferida. Ingenuas flores que adornaban de variado color su jardín, inmoladas por la belleza de su prosa falsa. Felizmente cautivas, regalándole sin freno la lúbrica fragancia hasta, desposeídas, caer marchitas.


¡Feliz día de las letras y las flores!








8 de abril de 2014

Trasluz



Por Ovidio Moré





Hay un lugar donde la luz es un manifiesto,
y puede ser detrás de esa escalera
por donde bajas envuelta
en la bruma de mis emanaciones.
Puede que haya un vitral con una virgen,
(quizás del Medioevo)
en una catedral antigua, que se te parezca.
Los rayos ténuemente detienen tu silueta
en el espejo de fino azogue transitorio,
y avanzas desnuda, fiera imagen de la luz,
argenta viva y ululante. Rapsodia.

Hay un lugar donde la luz es un manifiesto,
quizás entre mis manos de llagas imborrables
o entre los versos de líquenes eternos,
los mismos versos que cubren las distancias,
las hegemonías, los rituales del agua
y la inmovilidad del disparo con que te acaricio.
La velocidad de la luz te arrastra,
te sumerge, evapora tus átomos, libera tu estructura.
Desnuda desapareces, te transparentas, te vuelves nada:
aire apagado, estático, en sombras.

Hay un lugar donde la luz es un manifiesto
e irremediablemente se fue contigo.


Poema e ilustración de Ovidio Moré (Barcelona)