Por Francisco de Rivera
Salí del mundo mágico de la infancia dando un portazo, hace demasiado tiempo como para acordarme con detalle. Quise volver, pasados ya los años, buscando consuelo en la despreocupación y la falta de responsabilidad propias de tan tierna edad. Al llegar, noté ya de lejos la puerta astragada por el paso del tiempo: la pintura comida por la luz y abarquillada; la madera agrietada por el sol y el viento.
Al llamar, me franqueó el paso un tipo de gesto adusto, arrugas incipientes y aspecto serio; evité su mirada, poco complaciente, mientras buscaba en la desangelada estancia al niño que fui. De pronto, recordando algo familiar en el rostro del desconocido, me volví y lo observé sin disimulo, casi con descaro; la sorpresa inicial dio paso a la afirmación; no había duda: era yo.
Texto y fotografía de Francisco de Rivera (Oviedo)
Un relato muy bien llevado y con un gran poso de realidad expresada con delicado tono poético.
ResponderEliminarSaludos.
Salí del mundo mágico de la infancia dando un portazo.
ResponderEliminarQuise volver.
era yo
Ya está. Así de corto se entiende todo.
Un abrazo.
salut
Al llamar, me franqueó el paso un tipo de gesto adusto, arrugas incipientes y aspecto serio; evité su mirada, poco complaciente, mientras buscaba en la desangelada estancia al niño que fui. De pronto, recordando algo familiar en el rostro del desconocido, me volví y lo observé sin disimulo, casi con descaro; la sorpresa inicial dio paso a la afirmación; no había duda: era yo.
Creo que mentalmente nos hemos quedado en una época hermosa de nuestra vida pero la realidad nos la muestra las fotografías, los cumpleaños de nuestros hijos y sobre todo el espejo que es implacable. En fin, nuestra cara, el cuerpo y la mente son el mapa de que hemos vivido.
ResponderEliminarSaludos afectuosos
Rememorar nuestra niñez y volver a reencontrar ese niño que fuimos. Hermosoe scrito. felicitaciones
ResponderEliminarSi, amiga, del mundo mágico de la infancia se suele salir de una manera brusca, inhóspita. y luego, con los años, cuando queremos volver a su refugio, nos sale al paso esa cara larga que nos indica que el tiempo es irreversible.
ResponderEliminarExcelente el escrito. Besos
Es una mirada nostálgica e inútil al ayer lejano; son cosas que pasan por la cabeza y que a veces cogemos al vuelo con nuestra particular red; finalmente, en un arrebato de comunicación nos da por plasmarlo en un texto y abrirle la puerta de la jaula.
ResponderEliminarAdulto ya, todavía reconozco al niño que fui, jamás dejé que se separaran.
ResponderEliminarMe gustó.
Un fuerte abrazo.
HD
Muchas gracias a todos por vuestros comentarios. Como le decía a Francisco cuando leí su relato, "el niño(a) siempre está ahí aunque nuestra materia ya no lo(a) muestre"... Su escrito refleja un sentimiento que nos es común a muchos. Abrazos.
ResponderEliminarMe gusta mucho el relato.
ResponderEliminarLa nostalgia nos hace volver al "paraíso perdido de la infancia" buscando algo que sabemos seguro que hemos perdido, pero insistimos alimentando nuestra nostalgia y nuestra esperanza.
No echo de menos mi infancia, pero sí me gustaría conservar mi parte salvaje de niña, la facilidad para soñar, la habilidad para transitar entre la imaginación y la realidad sin escalas.
Me ha gustado el relato.
Un beso,
pero qué hermoso blog, un placer conocerte.
ResponderEliminar:)
Muchas gracias, Belén, por tu efusivo mensaje :-) Es un placer tenerte aquí. ¡Bienvenida!
EliminarPara mí, el mayor placer de la escritura no es el tema que se trate, sino la música que hacen las palabras.. y tus letras, son pura melodía.
ResponderEliminarBesosss!!
Seguro que el autor se sentirá feliz al leer tus palabras. Muchas gracias Sgroya.
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