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19 de marzo de 2015

En pocas palabras



fortuito, ta.
(Del lat. fortuītus).
1. adj. Que sucede inopinada y casualmente.
2. La forma en que lo conoció.

melifluo, flua.
(Del lat. melliflŭus, que destila miel).
1. adj. Dulce, suave, delicado y tierno en el trato o en la manera de hablar.
2. Él

elocuencia.
(Del lat. eloquentĭa).
1. f. Facultad de hablar o escribir de modo eficaz para deleitar, conmover o persuadir.
2. Lo que la cautivó.

efervescencia.
(Del lat. effervescens, -entis, efervescente).
1. f. Agitación, ardor, acaloramiento de los ánimos.
2. Síntoma en el estómago.

inefable.
(Del lat. ineffabĭlis, indecible).
1. adj. Que no se puede explicar con palabras.
2. Sus cuerpos unidos.

ensoñación.
1. f. Acción y efecto de ensoñar (ensoñar: soñar o imaginar)
2. Demasiado bonito para ser real.

efímero, ra.
(Del gr. ἐφήμερος, de un día).
1. adj. Pasajero, de corta duración.
2. Fin de la historia


(Mi colaboración en la antología "Amor / Desamor" de Brevilla, revista de minificción, 2016)






Pintura de Edward Hopper.





15 de marzo de 2015

Técnicas de iluminación





"El papel del artista es realizar preguntas, no contestarlas." afirmaba Chéjov. Y eso es precisamente lo que consigue Eloy Tizón con sus Técnicas de iluminación, publicado por la editorial Páginas de Espuma. 

Un libro compuesto por diez cuentos sobre los que resulta muy difícil –casi imposible- realizar una sinopsis porque en la mayoría de ellos no hay trama, es decir, no hay una sucesión de sucesos. Pero sí hay una sucesión de sugerencias que invitan al lector a discernir sobre los universos que intenta retratar. Sí hay una sucesión de imágenes, de luces y sombras. Sí hay metáforas brillantes; enumeraciones que nos dan cuenta, a modo de inventario, de lo real; símbolos (con los que arma buena parte de sus cuentos: un huevo, una maleta, una caja que no se puede abrir, un nombre escrito en un papel doblemente subrayado); binomios precisos, superposiciones... Toda una serie de recursos con los que el autor consigue que prestemos atención a cada una de las palabras que escribe. Y es que precisamente es ahí donde radica la emoción de leer “Técnicas de iluminación”: leer palabra por palabra, sin perderse ni una, como si fuera poesía.

"Triste pero forzoso es admitir que los besos no recibidos han hecho más por la literatura que los besos recibidos."  (en el relato “Merecía ser domingo” de Técnicas de Iluminación).

6 de marzo de 2015

Tres motivos para NO leer


"La lectura debe ser una de las formas de la felicidad y no se puede obligar a nadie a ser feliz" sentenciaba acertadamente Jorge Luis Borges. Todos sabemos que no hay nada más contraproducente que obligar a leer a quienes no tienen el hábito. Aun así, padres, profesores y educadores –entre otros- intentan aleccionarnos sobre los beneficios de la lectura. Existe también esa clase de personas que viven apasionadas por las letras, que se vanaglorian de su devoción e intentan contagiárnosla. Y no olvidemos las extensas listas que aparecen en revistas, blogs y webs sobre las maravillas que almacenan los libros. Sin embargo, nadie dice que NO HAY QUE LEER y lo cierto es que existen tres razones básicas para no hacerlo.

NO LEAS, si no necesitas enriquecer tu competencia comunicativa. 

El lenguaje es el vehículo mediante el cual expresamos nuestro pensamiento, es el más poderoso medio de relación interpersonal. Aunque la lectura es uno de los mejores recursos que existen para desarrollarlo y enriquecerlo, si para ti no es importante expresar con precisión lo que piensas NO LEAS.

NO LEAS, si no quieres ampliar horizontes. 

Una manera de ponerse en contacto con lugares, gentes y costumbres lejanas, en el tiempo o en el espacio, es a través de la lectura pero si no te estimula o satisface adquirir conocimientos sobre otras culturas distintas a la tuya, que puedan potenciar tu capacidad de juicio y espíritu crítico, NO LEAS.

NO LEAS, si no te gusta sentirte diferente a los demás. 

Si lees en tu tiempo libre te van a mirar mal porque la lectura es una extraña forma de diversión. Además, es posible que te invada un poderoso deseo de estar en soledad para hacerlo. Si te aficionas a la lectura casi siempre cargarás con un libro y te reirás, llorarás, negarás, asentirás, gesticularás e incluso hablarás con él. Respirarás el olor de sus páginas, lo acariciarás, subrayarás pasajes que parecen estar escritos por o para ti. Acabarás amándolos. Cada vez querrás tener más, los amontonarás y te fastidiará prestarlos por si se pierden. Acudirás a ellos en busca de aquella cita que describe a la perfección lo que necesitas expresar. La reescribirás con tus propias palabras, empezarás a jugar con ellas y tal vez hasta te atrevas a componer un relato o un poema. Si la experiencia te resulta gratificante corres el riesgo de que se convierta en un acto reiterativo y lo que es aún peor: terminarás amando también la escritura. NO, si no quieres sentir todas esas emociones extravagantes, NO LEAS.


(Artículo publicado en The Idealist)